La experiencia de Barroso, al servicio de Goldman Sachs

«La comisión ética no ha encontrado suficiente base para establecer que hubo violación de la obligación de integridad y discreción (que exige el Tratado de la UE a los excomisarios)». Esta es la conclusión principal que se desprende del estudio de la comisión ética encargada de analizar si el antiguo presidente de la Comisión Europea (2004-2014) y antiguo primer ministro de Portugal (2002-2004) José Manuel Llevarão Barroso ha vulnerado o no las reglas éticas de la UE después de haber sido nombrado presidente no ejecutivo y asesor de Goldman Sachs International (GSI).

Decepcionante pero no denunciable

Más concretamente, para los expertos ‘ad hoc’ designados por Bruselas, ha habido decepción pero no vulneración. La omisión incluye admisión con una infinidad de matices. Aseguran que Barroso «no mostró la cordura debida que uno puede esperar» de alguien que ha ocupado un alto cargo político e institucional como el suyo. Pero más allá de si su fichaje es «sensato o reprobable», la comisión ética advierte que su valoración se tiene que basar en la estricta legalidad vigente y no en si el código ético que regula el comportamiento de altos eurofuncionarios es «bastante estricto». Es decir, si se cumple o no con el reglamento europeo «tal y como está» y no como quizás tendría que estar.

En estos términos, Barroso ha superado el examen. Ha dejado pasar un margen de 20 meses entre Bruselas y Goldman Sachs, cumpliendo las normas comunitarias y con la evaluación fijada. Pero vamos algo más allá. Y es que la comisión ética también apunta en su informe posible «negligencia». Por dos motivos: no haber valorado las críticas que traería su nuevo cargo y «el riesgo de echar a perder» no sólo su imagen sino también la de la UE.

El fenómeno de «las puertas giratorias»

El concepto de puerta giratoria viene del inglés y hace referencia a aquellos altos cargos que cambian el sector público por el sector privado. O viceversa, aunque menos frecuentemente. En Europa, cada vez son más diversas las voces críticas que exigen medidas más duras con las puertas giratorias y el comportamiento ético de los representantes de la UE. Pero parece que las 200.000 firmas, incluida una plataforma de eurofuncionarios, recogidas a lo largo de este mes de octubre pidiendo un castigo ejemplar para Barroso no ha sido suficiente. Una vez más.

«El movimiento del señor Barroso ha generado preocupación en un momento de grandes desafíos para la UE y, en particular, en lo que se refiere a la confianza de los ciudadanos en sus instituciones» aseguraba la defensora del pueblo europeo, Emily O’Reilly, en una carta dirigida al actual presidente de la CE, Jean-Claude Juncker.

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